En los casi 20 años que tiene el Partido de la
Liberación Dominicana (PLD), hemos podido ver lo que es un partido con todo el
control de un país, y es que la permanencia por tanto tiempo de una entidad política ¨lacera¨ a las otras agrupaciones, y
porque no, a la democracia en sí.
Hace mucho
tiempo que las organizaciones políticas en la República Dominicana han dejado
de representar a los ciudadanos; su desvío y falta de credibilidad social es
algo tan preocupante como urgente de resolver, y la actual sensación general de
corrupción política propicia la desconfianza y la indignación, ampliando el
divorcio entre los partidos y la sociedad.
Muchos ciudadanos se sienten incluso
secuestrados en el ejercicio de sus derechos por una organización que monopoliza
el poder, controlando tanto el poder legislativo, judicial y todos y cada uno
de los partidos políticos del país.
Este monopolio de partidos limita
sustantivamente el ejercicio real de la democracia,
y los ciudadanos tienen poco margen en la práctica para decidir sobre la marcha
de la sociedad. Se hace necesario, en definitiva, un mayor equilibrio de poder
entre los partidos políticos y la sociedad.
Los partidos políticos no pueden ignorar esta
clara situación de rechazo de la sociedad dominicana, y los ciudadanos han de
ser activos y contundentes exigiendo urgentemente a los partidos actuaciones
claras e inequívocas por la transparencia y contra la corrupción.
Ya que los partidos han sido incapaces de
llegar a un pacto o compromiso colectivo contra la corrupción, es el momento de
que los ciudadanos les exijamos a ellos este compromiso con la sociedad, y que
controlemos si lo cumplen a través de nuestro voto en las elecciones, que es de
los pocos instrumentos —por no decir el único— que tenemos para hacer algo que
pueda influir sobre los partidos.
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